Epitafio de Seikilos

Yo soy Borges,
el epigrama, el laberinto en movimiento perpetuo.
Yo soy Borges,
soy los otros, que viven hoy
y que serán otros, cuando mueran los demás.
Yo soy Heráclito,
caminando, sobre el río atemporal,
soy las cenizas que se vuelven a encender.
Yo soy Dionisos,
El Dios crucificado, y su venganza soy yo, yo mismo.
ditirambos dionisíacos.
Yo soy la embriaguez,
del pálido hombre, del gris amanecer.
Yo estoy en el borde,
del límite con el mundo banal,
Yo soy Borges,
la máquina desatada, la libertad de la bestia.
Yo soy cuatro demonios,
errantes, sirvientes de la vida.
ciegos, sirvientes del deseo.
Yo soy Adolfo Lastra,
la potencia de las olas,
el vesubio en el aire,
la exactitud del torrente sanguíneo.
Yo soy el bosque,
no soy el bosque,
yo soy el poro verde,
en el patio que crece.
Yo soy el epitafio.
y esta es la tumba del poeta,
al abrirla, en el fondo
se ve la cumbre,
se ven las colinas,
se ve el mar.